Aquí no empieza este poema:
ya estaba antes
y seguirá después,
en el presagio y la asonancia
mental, en los ribetes,
las puntillitas, el eco
y la percusión.
Cuando el verso comenzaba,
tú y yo (nosotros, no)
llevábamos días columbrando.
Al acabar, iremos tras su pista
secreta hasta la extenuación.
La palabra es un vacío
especular por ambos lados.