CRIANZA
No otra cosa que tiempo
ha pasado: sucesión
sin espejo en la continuidad,
transcurso vacío, copas
que, al romperse, no liberan
su líquida esperanza.
No más sombra que la sombra
remota del recuerdo le fecunda
al vino su crianza.
No acudió
a la cita el bodeguero.
Los toneles dormitan.
BRECHA
En la exigua brecha, en el pliegue
dudoso que imagina
el ojo en la muralla, despliega
su enigma la circunstancia.
Poco es
lo que en sí no se adivina.
LO REAL ES NO DURAR
Lo real es no durar:
consumirse
en el acto mismo de aparecer,
de asumir una forma
cualquiera durante un tiempo
eterno sólo a ojos
de la categoría.
Permanencia: reino
que no admite a la vez el soplar
divino del ser y el sorber humano
del estar únicamente.
ÁCAROS
Lo que llamas briznas,
en realidad son patas.
El manto que recubre el mobiliario
es el sudario de tu enfermedad:
la de de pensar
que todo lo que está quieto,
por el mero hecho de ser,
está soñando,
La blanca hechura de la paz
no es capaz de guardar la compostura:
a cada instante se va tiznando,
de agua o de cal,
aún no está claro.
Calculada ambigüedad,
la de los ácaros: tanto te dan
cuanto te van restando.
HUECO RADIANTE
En el principio fue renunciar
a verter la eternidad en el instante
(pues también las luciérnagas palpitan
y conocen el ritmo de la luz).
Luego vino la impostura
de la máscara vicaria: ser en otro
por delegación, dando a la parte
las ínfulas del Todo.
Más tarde
aprendiste a conformarte a la corteza,
a la hiel que de la piel
obtiene brillos opacos, destellos de impuro azul.
Ahora que entre sus restos
devastados te revuelcas, la Plenitud
se anuncia como el hueco radiante
de lo que no puedes articular.
Poca es la distancia
que te queda por delante.