El secreto consiste en delectarse:
no vivir
(a secas, la orilla de los besos
se resquebraja),
sino saberlo,
darle al sabor
conocimiento.
Desdoblado en arte
y parte, elevado al cielo
de la contemplación,
el evento alcanza su esencia
de mera apariencia celebrada,
y al jugo confuso le extrae
su mensaje la deglución.
Paladear es una función
(poética de las lenguas)
reservada a mi cerebro.