No es bueno que el hombre esté solo
si no sabe esperar
a que llegue la noche y su rosario
de ilusiones vanas,
u odia salir a pescar
con sus quimeras como único cebo.
No se recomienda la vida en una isla
a quienes adoran caminar
hasta que una cerca les detiene:
se ahogarían ante la vista
del mar y su corazón
indeterminado.
Debe brindarse calor, y cariño,
y una nutrida familia
a los corazones sin amplitud
ni más altas miras: que el resplandor
de la luz desnuda no es armadura,
sino espada que desgarra
al espíritu enemigo de lo azul.
No hay que abandonar a su suerte
a quien ignora que las tres conjugaciones
no conocen la acción ni la aventura,
pues son tan sólo potencias del verbo
en su forma impersonal.
Pero a los monstruos
de un solo ojo, a esos hombres
y mujeres dotados de aptitud
para la contemplación de la vida
en su esencia inconcreta,
a esos no les brindéis consuelo
alguno, ni os compadezcan
sus presuntos dramas ocultos.
Que al alma conquistada por lo abierto
le aniquila la mera compañía
de otro ser distinto al agua.