17 de Junio 2004

RARO SUENA EL MAR

“qué arraigado saberse cierto y hondo
en la misma raíz del desarraigo”

V. GALLEGO

1

Con estos brazos estrechos
y estas manos sin envergadura
apenas, y sus diez dedos
finos y huesudos logro aferrar
la esencia pura
sin denuedo.

Lo sutil cede a la presión
delicada. Lo ínfimo requiere
una ofídica pregunta.


2

Para el que aguarda, lo dicho
se oscurece lentamente
y el silencio manifiesta
cada vez nuevos presagios.


3

¿Por qué tiene el incienso este aroma
tan pagano, hecho de carne
que palpita y briznas de azahar?

A los muertos clavados en su cruz,
el cono que arde les sugiere otro cielo,
y cadenas y un pozo de pecado.

A mí, en cambio, su columna de humo,
su rosa embriagada de abril, me suscitan
visiones de la vida mortal, y honda.


4

Igual que la llama de una vela,
yo necesito
amparo para no temblar,
respiraderos para no ahogarme.


5

Lo que ayer estaba junto,
ahora porfía
por violentos caminos separados.

De la cálida
proximidad de los contactos
apenas queda —surco
que en junio se resquebraja—
una vieja melodía
crujiente e inválida.


6

Mas por más que tú me dieras
en soles transidos de músicas,
ya ya no acordaría
mi compás a tu metrónomo
(seas quien seas).

La síncopa es el destino
de los que llevan la voz cantante.


7

Lo que anhelo no es tu voz.
Si me la traes ahora
yo, sin duda, la empastaría
con otras voces no olvidadas.

El sonido que yo deseo
son lo armónicos que la circundan
(nube en estado de promesa,
tierra en proceso de roturación).


8

Estas frases
breves que lees
a vuelapluma
(tal que inocente
fruta inmadura),
son la menguante
cara de la luna,
no la creciente.

Su pasión no es la de dar:
si se retienen
en insólita apretura
no es por tentarte,
es por calmar
sucintamente
tu evidente hambre lobuna.


9

Raro suena el mar
en los timones raros.

No ruge, como dicen:
reverbera.

Su entonación es de un orden
desconocido en la tierra.

No tiene melodía.

Más que cantar,
el agua del océano expresa
con ecos su mensaje
ahíto de profundidad.


10

Sin raíles circula por el mundo
mi tren desvencijado.

Abro caminos a medida que avanzo,
y en cada posible encrucijada
implanto un doble sí.

De aquí en adelante, no he de conocer
negros ni blancos, sólo un gris
trasunto de la última noche y promesa
abierta de la conciliación.

Escrito por Eneas Fog a las 17 de Junio 2004 a las 05:47 PM