Vísperas de mucho: siento el vacío
anterior a la apoteosis,
la exquisita renuencia
típica del prolegómeno, ese dulzor
remoto como de juncos
que circunda la espera devota.
Por eso la boscosa cabellera del presente,
su impenetrabilidad, se me hace tan rala:
es siempre escasa, comparada conmigo,
que tiendo morbosamente a la extenuación
del instante de hoy en el instante de mañana.
Por eso ahora,
que me incorporo
a la quimera del oro blanco,
me veo abocado a la impericia:
si todo fuera eso,
cavar y colar,
el tesoro sería el canto
y no los brillos y la ceguera.
Por eso busco con instinto de cabra loca:
para ajustarme a la medida
descabalada del aire, para indagar
en las simas, para alejarme.
En los huecos sonoros del tiempo
hay espacio sobrado para mí.
Me está llamando.
Escrito por Eneas Fog a las 24 de Julio 2004 a las 12:53 PM