Delicada
mente que tabula
la percepción como una fuente
de recónditos sentidos.
Fragilísimo caer
en la cuenta de los hechos.
Asumir tranquilo.
Sereno pasar de la duda
a la evidencia. Elocuente
mudez, la del testigo.
Conciencia, tú vigilas
sin ceñir lo que sucede.
Tu voluntad y la mía
son sólo una.
Tamizada por el tiempo,
pátina pura,
ya siempre atinas:
del esquivo aparecer,
me transmites la visión;
el sonido del fragor,
la silueta de los cuerpos.
Entre el mundo y yo,
no subsisten accidentes.
La esencia, si la sé,
es que es la que es.
Yo soy su espejo.
Escrito por Eneas Fog a las 21 de Septiembre 2004 a las 01:33 PM