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1
¿Cuántas veces has de decir
año nuevo
para ver en él a un viejo
pasado de vueltas?
¿Hasta cuándo, mientras tanto,
simularás el gesto, los tics,
el aspaviento
típico de las aves y las viejas?
2
Hacia abajo, y sin freno, se precipita
mi cuerpo cual la lluvia.
Detrás,
el ánimo y el alma
corren como perros apaleados.
3
Vendrán años más fieros
y nos harán más mansos,
cojos, tuertos,
desorientados.
Caerá la sal sobre la herida,
barro seco, trigo majado
y falto de cocción,
vela huida,
expiración.
Se correrán las cortinas,
descenderá el telón.
Sin texto, sin escenario,
en el éter quedará flotando
(mudo, ciego y sordo) este actor.
4
Justo un instante
antes de llenarse de luz,
la flor siente un gran vacío.
5
Vivir no es suficiente:
para existir
hay que vivirse, volver
a flexionar la recta del sujeto,
liberarlo al limitarlo,
exprimir
su libertad y quedarse
con el líquido tan sólo.
Vivir no es lo bastante:
lo preciso, lo precioso
irá delante, en el instante
en que vayamos a salir
(y nunca antes).
6
No es el futuro, lo que se pierde
cuando se pierde el porvenir:
es la pulsión
del tiempo que todo lo amasa
y recuece
es el vivir
como si se recordara
en permanente comunión,
en vigilia muy feliz.
7
Y todo a media luz...
borroso, desdibujándose,
perdiendo la sombra
para sumirse en el caos.
Todo nublado,
lejano, húmedo, polvoriento,
bajo el peso de los carros
cargados de paja seca.
Todo ajado, todo gris,
todo cada día menos todo
y más cerca de la nada
originaria, infantil,
reina del principio
y dueña de mi fin.
8
Y si las telas cayeran,
despejando el escenario,
aclarando la ocasión.
Si quebrase la esfera
y estallara el vil reló.
¿Qué será, la telaraña:
un engaño, un gran error,
si los velos se rasgaran
desbrozando el claro AMOR?
9
No se opone el estertor
a las leyes que establece
(duro dictado, e indeleble)
nuestro amo, el Hacedor.
Al contrario, certifica
la potencia de la vida,
su tendencia a la ascendencia
incluso en plena caída.
10
El sueño es un vapor
perfumado, una estela,
un sabor
dilatado por la fresca
expectativa de un recuerdo
que renueva la ilusión
de empezar siempre de nuevo.
11
No es el río, el que pasa
sino nuestra lenta mirada,
la que se adensa y coagula
como sedienta de culpa.
No es el tiempo: es la gasa
que le opones y que te aparta.
Es la impura
sombra de tu duda.
La rala
evidencia de la nada
fluyendo hacia la oscura
puerta, zanja, tapia.
No eres tú: es la puta
dictadura, quien te habla.
¡Ay de ti, si no la escuchas!
12
Mi vida auténtica
(mi existencia
real: la verdad
decantada en lo concreto,
no en general),
mi carga, yo la llevo
transcrita en este cuerpo
que lleva años, ya,
caído en el tiempo,
derrotado por la edad.
Mi aspecto original
(aquel con el que sueño
de manera impersonal,
como si fuera una ofrenda
concedida desde el cielo),
mi estampa más certera,
se escriben hacia atrás
en el cieno del recuerdo.
Cuanto más cerca
de ella me encuentro,
tanto más lejos me siento
(alacrán
o cangrejo, qué más da,
si me quedo sin consuelo,
sin espera
y sin el pan
consagrado por el viento).
13
Rodeado de nada,
vacío el enclave,
suena mi voz clara
aquí, eco en el valle.
La palabra resonante
en el frío restalla.
14
Signos
inequívocos, claras
coincidencias. Simultaneidad
apenas
donde se presumía la dispersión.
El ser, quizá,
cuando todo apuntaba hacia la nada,
al pavor
de la inconsciencia
y a la ausencia de calor.
Certezas
cuando ya no se esperaban:
en el cuadro vacío
de un crucigrama,
en el balcón
abierto de aquella casa, en la verdad
encalada de un error
que, corregido
y aumentado, desprende luz
y, aún, emana olor...
Turbulencia:
poco a poco me aproximo
a tu centro
diamantino, a tu secreto
fulgor.
Donde estás tú,
renazco yo.
15
Fascinado por la oscura
evidencia de la tumba, el fracaso
abunda en la senda más certera.
Para triunfar, hay que apostar
por la ceguera, el espasmo
y la locura.