Abrazo el desamparo.
Lo amo con fruición
desheredada, como quien busca
salvarse aflojando
el nudo que le ata por dentro.
Adoro el viento helado
que desciende sobre mí, y creo
descubrirle conmigo un parentesco:
el que une a las islas entre sí
en el mar de las distancias.
Alcanzo mi esencia consumada
si la hago una con la tundra:
estrellas de cristal, espejos
ahumanos por el vaho,
grandes témpanos de hielo
flotando a la deriva,,,
En el frío yo me encalmo:
congelada, mi vida
puede adoptar alguna forma
(cualquiera me valdría,
ahora que me deshago
entre charcos de agua tibia).
Cuando empezó el invierno,
yo ensoñaba estática
visión alucinada con las dunas
suaves de la conciliación