Una opción: debe ser consumida.
Un canto: hay que entonarlo
si arrecia en su acorde el pianista.
Las puertas golpean sus quicios
en prueba de resentimiento
falaz por todo lo que no ocurrió.
El faquir engulle la única pista
que quedaba del altercado gris
donde perdió sus últimos dientes.
El gran motor giratorio invierte
el sentido del sentido en cada luz
que desciende, remota, sobre mí.
Como una muesca o una cicatriz,
confío mi secreto al valedor
de mi derecho a un cielo azul.