Plétora o diáspora:
no hay término medio.
Si resplandeces, no ves
lo que queda detrás de la luz,
o no te incumbe.
Tu ser es todo entero,
sin falta ni doblez.
Cuando, en cambio, te oscureces,
existes sólo tú
con tu carga de defectos:
nada podría entonces detener
al animal que de puro miedo huye.
El centro equidistante del ser
blanco o estar negro,
mi ojo no lo conoce. El azul
ideal que ni baja ni sube,
si existe, es tan sólo hipotéticamente.