Tú sólo eres cierta cuando te avienes,
cuando te das a la reverberancia
de lo que yo antes te eché a los dientes,
oh fiera especular en la distancia.
Yo sólo comprendo cuanto te escucho
dar forma extraña a mis encías,
a la lengua retráctil, al flujo y reflujo
de los raros frutos de mi inquina.
Nosotros dos sólo existimos, breve
encuentro de quimérica energía,
en el acto mismo de tenderse
nuestras mentes hacia el día
de su aleación.