I
Las raíces son ramas
que no se ven cuando le buscan
los tres pies a la arboleda.
II
Por entre las dunas, el viejo pino
adopta la postura sedente.
Que sea el viento, quien le peine.
III
No está preso el acebuche
en su círculo de tierra.
Su libertad corre por dentro.
IV
Ignora el bosquecillo la escisión
entre acopio natural y artificial.
A ras de suelo, las jerarquías
adoptan texturas arenosas.
V
Ante el avance
estrepitoso del matojo,
el tocón hace las veces
de posada en el camino.
VI
Un claro en la espesura.
Se entremezclan las pisadas
del labriego y el recolector.
VII
La desesperación de la boca
no la conoce la hoja:
su humedad es de otro orden
más suculento.
VIII
Salitre en la corteza.
El árbol con el mar
lentamente se alea.
IX
Nubes. Olas.
Caracola
de mi oreja, la que sube.
Resonancia compleja:
ubre o túnel
que en la nada desemboca,
y la celebra.
X
Evocando, vivo
por primera vez lo que,
en el sitio preciso,
no pude o supe ver.
Que ahora, lo adivinado
a ciegas y lo apenas presentido
cristalicen y me den
lo que allí me fue negado.
Tal es, si yo la alcanzo,
la verdad de los abismos
cuando ascienden desde el pie
a la palma de la mano.
Así conoce el canto mío
lo que, acaso, intuyó de Él:
la leche, el vino
y el pan y la miel.