Nada que comprender:
tan sólo el salto
de este a ese lado del puente,
y la evidencia
de que todo es alto y claro
y así lo ha sido siempre.
Nada que ver
u oír que no supieras
ya en estado latente:
el grano en su tallo
ya ensueña con la era
donde irá a fenecer.
El iluminado
es una persona cualquiera
que ha abierto su mente
al presente no mediado
del ser que, simplemente,
es (sin nuevas vueltas).
Ni un santo,
ni un hereje:
el que ve
es, a lo sumo, un inocente
derramado hacia su afuera.