"Caminar noche adentro es acudir junto a nosotros mismos" (C. MARZAL)
Escarba: vete al fondo
de tu fondo en la memoria
telúrica de los cuerpos.
Desciende hasta ti,
consúmate en tu nada
de arenas y de cal.
Averigua, sabe, indaga
en lo que hay más acá de la voz,
de las preguntas a destiempo,
del olor a muerte anticipada.
Baja hasta las fuentes
subterráneas de la humedad, y deja
que tu boca se diluya en la corriente:
será entonces tu palabra
una con el pálpito, pura
ensoñación no coartada:
germinación.
El día más largo es aquel en que la noche se junta con la noche
en una grácil lazada que nos deja fuera, y nos señala
como culpables.
El día más largo empieza el día antes, y acaba el día después,
envolviéndolo todo en un enorme abrazo
viscoso y caliente.
El día más largo nos margina, nos mantiene a un lado
(a nosotros, que le dimos de beber)
y ahí nos quedamos: mirándolo cómo crece
de nuestra frente para arriba,
bestialmente...
[...]
Lo que no hay, es porque ya existe
en un lugar vedado a la memoria
Lo que niega, se resiente
Lo que se da, vuelve en forma
de norma interpretativa
Lo que se mira, oculta lo que ves
Lo que se descubre, proyecta luz
sobre lo consabido
Lo que no escribo, está limpio
de mi polvo y de mi paja
Lo que desciende, empieza a subir
hacia su plena consolidación
Lo que soy es sólo una posibilidad
de lo que puedo llegar a ser
mañana por la mañana
[...]
I
Siempre la misma nubecilla
gris perla a la altura de la frente:
justo en el espacio que queda entre las cejas,
allí donde nada
puede cuajar.
II
Tras las ventanas abiertas se desliza
la misma retahíla de sombras
embozándose no adrede:
es su destino
de oscuridad el que no prende.
III
Ruidos de cortes:
muescas en la cara de la mañana
Infanticidios masivos para curar-
nos de la maraña de augurios
medio fastos medio nefastos
Las patrullas motorizadas
no acaban de llegar:
hay indicios,
pero nadie quiere dar un paso más.
Una señal se enciende
y el auditorio, no lo hay.
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Como un pez que vuelve a la vida
tras morder el anzuelo y respirar
el aire infecto de la superficie,
yo recupero
la codiciada perspectiva del arquero:
medio en tensión, medio abocado
a la contemplación serena de una fuerza
que me guía y me atraviesa.
Como el frutillo madurando en una rama
que alguien hizo podar a un tercero,
he decidido optar
firmemente por la irresolución:
seguir enrojeciendo por dentro
mientras se estropea el exterior.
A imitación del agua
filtrada por un terreno calizo, voy a alcanzar
la intermedia condición de los advenedizos:
consagrado a la profundidad
e indistinto en la medida.
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(Optimistas, mantenerse alejados)
Día de perros sueltos, hambrientos
de sol
interior
Día gris
perla, gris poco brillante
en los cristales de los coches
mal aparcados
Día infame, día prohibido
para la anestesia del opositor
al régimen verbal, a las contemplaciones
remotas de todos los mundos
Día volcado
del revés, del lado malo
de todos los santos
Día-ansia
Día-anfibio fuera del agua
Día en el que no vivo
más que en la espera de otro día
cualquiera y distinto
a este día-funeral
de mi cuerpo agotado,
exangüe,
seco en plena lluvia.
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